martes, 24 de septiembre de 2013

Tragedia de Antuco


La tragedia de Antuco es el nombre que recibe la serie de hechos que llevaron a la muerte de 45 miembros de un batallón del Ejército de Chile, producto de decisiones del mayor Patricio Cereceda y del comandante Luis Pineda para llevar a cabo una marcha durante una ventisca en mayo de 2005 en la altitud de aproximadamente 1500 m sobre el nivel del mar entre el volcán Antuco y la Laguna de la Laja, en la VIII Región del Biobío.
La tragedia de Antuco, es la segunda mayor catástrofe del Ejército chileno en tiempos de paz, considerando el número de fallecidos, luego del naufragio en 1856 del vapor Cazador en Punta Carranza, donde murieron 458 personas entre civiles y militares
El 4 de abril de 2005, cerca de 400 jóvenes conscriptos ingresaron al Regimiento Reforzado n.º 17 "Los Ángeles" del Ejército de Chile, ubicado en la ciudad de Los Ángeles, con el fin de cumplir el servicio militar obligatorio para todos los hombres mayores de 18 años de edad. La mayoría de los conscriptos, sin embargo, eran jóvenes de escasos recursos que se presentaron voluntariamente con el fin de desarrollar una carrera como soldado del Ejército.
Tradicionalmente, el regimiento realizaba expediciones a la zona cordillerana de Antuco, al interior de Los Ángeles. Tres compañías del regimiento partieron como de costumbre el día 17 de mayo de 2005 a realizar ejercicios de preparación en dicha zona. Sin embargo, un frente de mal tiempo arribó a la zona, provocando nevazón y un importante descenso en las temperaturas.
Los soldados lograron llegar al refugio Los Barros, localizado en los faldeos al nororiente del macizo volcánico. Aunque la mayoría de ellos no contaban con la vestimenta necesaria para enfrentar temperaturas bajo los -10°C, el comandante del batallón habría insistido en desarrollar la marcha con otras dos compañías el 18 de mayo. 112 soldados se quedaron en el recinto, ya que les correspondería marchar al día siguiente (lo que finalmente nunca ocurrió), mientras los que marchaban iban paulatinamente cayendo en medio del "viento blanco" o tormenta de nieve, ante la incapacidad de sus mandos directos y camaradas de salvarles la vida. Muchos cadáveres fueron encontrados tratando de refugiarse y otros tendidos de espaldas, falleciendo congelados durante la marcha. Las autopsias revelaron que no habrían tardado más de dos o tres horas en morir por congelamiento. Algunos soldados lograron llegar hasta el refugio La Cortina, perteneciente antiguamente a la compañía eléctrica ENDESA y en desuso.

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