La marcada división en que se
encontraba presente en el seno de la sociedad chilena había llegado a un punto
de no retorno y los sectores de
oposición al gobierno y aquellos que lo
respaldaban se contemplaban como bandos irreconciliables, pues poseían formas
muy distintas de percibir y analizar la realidad del país; y de la misma forma
en que indicamos más arriba, el fin de la crisis política que tenía paralizado
al país sólo podía llegar tras la toma definitiva del poder por parte del
sector revolucionario de la Unidad Popular, o mediante un golpe militar de
Estado que recompusiera el status quo que prevalecía antes de que Allende
asumiera el gobierno del país.
El día martes 11 de septiembre de 1973
las Fuerzas Armadas comandadas por el recientemente ascendido general Augusto
Pinochet, dieron un golpe de Estado, a través de un movimiento rápido y
concertado que implicó que los cuadros castrenses tomaran control de todas las
intendencias y gobernaciones del país, y que cercaran militarmente (con
vehículos blindados y unidades de combate) el palacio de La Moneda.
Los militares golpistas ofrecieron al
presidente Allende que si presentaba su renuncia al cargo se le respetaría como
tal y podría salir del país junto a su familia. La respuesta de Allende fue
negativa y decidió resistir el sitio a La Moneda junto a su guardia personal,
el GAP. Luego de 3 horas de intensa lucha, a las 11:00 de la mañana, y tras el
bombardeo del frontis de La Moneda efectuado por dos aviones Hawker Hunter, los
que provocaron un incendio que obligó a Allende a suspender su resistencia y a
solicitar una tregua para que abandonaran el palacio los miembro del GAP, a
quienes Allende había liberado de sus responsabilidades. Los miembros del GAP
al salir procedieron a rendirse e inmediatamente fueron hechos prisioneros.
Tras la salida de su guardia personal, el presidente Allende se suicidó.
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